A pesar de que no logró ningún campeonato con el Club América en los 3 torneos que dirigió a las Águilas, Fernando Ortíz caracterizó a su escuadra por ser dominante en la fase regular y goleadora, mantuvo una de las mejores versiones en años dentro de Coapa, con lo que agradó a la mayoría de aficionados y analistas. Sin embargo, el Tano no pudo superar las semifinales luego de caer contra Pachuca, Toluca y Chivas, con lo que decidió abandonar su puesto a pesar de que la directiva sí quería mantenerlo para esta temporada. Ahora está con Monterrey para intentar celebrar el campeonato que se le negó anteriormente.
Más allá de la polémica que rodea la abrupta salida de Ortíz sin negociar con la directiva y llevarse al cuerpo técnico, es interesante analizar si tendrá mejores resultados con Monterrey. De entrada, en lo económico se espera que Rayados no tenga problemas con igualar la oferta que América pudo hacerle, mientras que en el plantel sí hay una distinción, pues mientras en Coapa llevan jugadores como Kevin Álvarez y Julián Quiñones que brillaron en sus anteriores clubes, en la Sultana del Norte le darán a Ortíz los jugadores que él quiera.
Ambas escuadras tiene posibilidad de ser campeonas si nos basamos en el plantel, aunque Monterrey tiene mayor variedad de posibilidades para cambiar cuando sea necesario, mientras que en América se notan las ausencias. Pero la principal diferencia es la presión, pues Ortíz no sufrirá del juicio nacional, sino regional, sin mencionar que los equipos tienden a jugarle diferente a los Azulcremas y no a Rayados.
El futuro de Fernando Ortíz en Monterrey
Solamente el Tano tiene el poder de decidir, con base en los resultados que consiga con Monterrey, si su decisión fue la mejor, aunque dejó la vara muy alta en su antiguo proceso, pues tendrá que romper la barrera de las semifinales para superar lo hecho en América y celebrar el campeonato que tanto bien le haría a su carrera para confirmar que es un director técnico completo para el futbol mexicano, que cabe destacar, no premia el mérito regular, sino el buen momento del final del certamen.